Por primera vez

La miré temblar, con sus ojos fijos en mis labios, con miedo a mirarme a los ojos por si descubría su miedo.
La miré acercarse hacía mí con paso vacilante, y sentarse sobre mí, rodeando mi cuellos con sus brazos, apretarse contra mi pecho y quedarse quieta apenas un instante, en el que supe que esa noche era más mía de lo que lo había sido y de lo que lo volvería a ser nunca.
La miré rozar mis labios con los suyos, muy suavemente y ya no pude resistirlo más.
Acaricié su pelo con mi olfato, sintiendo cada una de las fragancias que desprendía: a fresas recién cogidas, a sueños lejanos, a miedo de un pasado...
Miré sus ojos con mis manos, perdiéndome en un abismo de tormenta y sentimientos, en el verde oscuro del bosque en una noche de invierno...
Besé sus labios con mis ojos, observando cómo se aceleraba su respiración conforme la desnudaba...
Ya solo quedaba el amor y mis ansias de arroparla con la felicidad.
Estaba completamente desnuda y me pertenecía... sané cada desgarro de su corazón y contemplé el cielo quebrarse de envidia.
Ella estaba desnuda pero al mirarme comprendí que, mientras yo había desnudado su esencia de mujer... ella había desnudado y capturado mi alma.

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