Ella

Me desperté sobresaltada. Desde que había empezado a dormir sola siempre soñaba que ella intentaba matarme. Debí intentar retener a Dante para que se quedase conmigo, haber hecho fotos para que viese que ella de verdad me perseguía... debí intentar que me creyera, pero al final nada. 

Miré a mi alrededor atemorizada. Nada. Escuché atentamente. Nada. Quizá ella aún dormía en algún otro rincón de mi viejo apartamento pero no estaba segura. Era imposible estar segura de si seguía o no aquí sin saber cómo entraba y salía. Por más que cerraba todas las puertas y ventanas con los candados y pestillos, por más que revisaba que toda la casa estuviese vacía, al final siempre se colaba. La policía había dejado de venir, al igual que Dante me pedían unas pruebas que me veía incapaz de conseguir. En cualquier caso, iba a aprovechar la oportunidad para escapar. Ella se quedaría allí encerrada y yo por fin huiría de aquel calvario en el que había vivido desde hacía meses. Tendría que abandonarlo todo e irme antes de que me impidiese salir de nuevo, antes de que volviese a torturarme con aquella risa, con sus arañazos, sus mordiscos... Hoy todo iba a terminar.

Me vestí rápidamente, sin pensar en qué me ponía, y eché en mi vieja mochila todo aquello que tenía a la vista y que pensaba que me podría hacer falta.Unas cuantas braguitas, un par de camisetas, el Stilnox... De repente, escuché un portazo. Nada. Mi respiración comenzó a ralentizarse, mis manos empezaron a sudar, tenía que salir de casa cuanto antes. La cremallera de la mochila se me resbalaba por el sudor. Miré desesperada toda la habitación, ya no tardaría en aparecer, su risa se escuchaba y me taladraba los oídos. Cuando por fin pude cerrar la mochila, al levantarme la vi, parada frente al espejo, formando una mueca a modo de sonrisa con sus labios cortados y sus dientes afilados. Sentí clavarse en mí sus ojos cosidos, como si fuese capaz de mirarme con ellos. Ya no había vuelta atrás. 
Me lancé hacia ella, no podía permitir que me siguiese acosando, que me siguiese manteniendo encerrada en mi propia casa. Todo se tornó en sombras. 

Recordé la primera vez que escuché su risa, mientras me arreglaba para salir con Dante. No cesó hasta que él apareció por la puerta. Aquella noche sentí que enloquecía. Siempre me asediaba cuando estaba sola porque sabía que así nadie podría defenderme pero hoy me había defendido yo misma... Hoy todo había acabado.

Miré a mi alrededor buscándola. Nada. Escuché atentamente, esperando escuchar su risa de nuevo. Lo último que pude oír fue el sonido del espejo al romperse. Sentí frío y luego... nada.

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