Nada

"Serie de atentados en París terminan con la vida de más de un centenar de personas... "

Cayó la taza al suelo y estalló en mil pedazos. Ella ya sólo podía pensar en él, necesitaba oír su voz y saber que él estaba bien. Corrió hacia el teléfono, con los ojos anegados en lágrimas e intentó marcar una otra vez el número pero sus manos nerviosas. Era como si sus manos no le respondiesen, como si sus dedos fueran de otra persona y ella intentase manejarlos sin éxito... 

"¿Tienes que ir tú? Siempre llaman al mismo... Me dejas organizando la boda a mí sola"

No podía ser así. Pensó en la discusión que habían tenido justo antes de que él se marchase, pensó en los gritos que se habían lanzado el uno al otro, pensó en que se había negado a acompañarlo al aeropuerto, en que aquella mañana no se había levantado a darle un beso... Se derrumbó y cayó al suelo de rodillas... No podía ser así, tenía que poder escuchar su voz una última vez... tenía que poder decirle una última vez que era el hombre de su vida. 

"Por favor, coge el teléfono... Por favor..."

Por fin, consiguió marcar los números. Se impacientaba con cada tono del teléfono, con cada segundo que pasaba sin que el descolgase al otro lado. Nada, no contestaba. Lo volvió a intentar mientras las lágrimas le caían por cada lado de su cara, acariciando sus mejillas como unas manos que quisieran consolarla, aliviar un poco su pena. Cada tono era como un puñal que se clavaba en su alma, desgarrándola por dentro y llevándose poco a poco sus ilusiones, sus sueños... Nada. 

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